Estamos viviendo el fin de la representación, afirma Baudrillard. Lo esencial, hoy en día, ya no es ser representativo, sino conectar. Los políticos se aplican a ello desesperadamente: su intervención se resume a un cálculo de efectos especiales y de performances. Su misma ideología no busca nuestras convicciones profundas: simplemente conecta con nosotros o no conecta.
Victoria de la política-espectáculo y de los profesionales de los medios de comunicación. Fracaso de una izquierda que todavía se pretende «divina», transparente, virtuosa y moral, representativa de los valores profundos, de los valores definitivos de la historia. Una izquierda que, Baudrillard dixit, sólo puede encontrar la indiferencia irónica de las musas.
Esta crónica de la izquierda de 1978 a 1984 analiza nuestro mundo de simulación en el que triunfará quien sepa manejar las nuevas estrategias de la indiferencia.
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